Saltar al contenido

Coplas Mexicanas cortas y lindas

Buen día queridos lectores, aquí les traemos un compilado con las mejores coplas mexicanas existentes para que puedan aprender y recitarle a sus familiares o amigos, o por que no a su pareja. Una vez que termines de leer la totalidad, no te olvides de compartirlas en tus rede sociales cintandonos, nos sera de gran ayuda para expandirnos y que estos maravillosos versos lleguen a todo el mundo.

Coplas mexicanas cortas y muy divertidas

Como que quiere llover,
como que quiere hacer aire,
como que quiere llorar
este corazón cobarde.


Un beso te quiero dar, / pero de fijo no sé / ni cuándo lo he de empezar / ni cuando lo acabaré.


Llévate la lima, / llévate el limón, / llévate las llaves / de mi corazón.


El amor de las mujeres / es como el de las gallinas, / que en faltándoles el gallo /a cualquier pollo se arriman. / El amor de las mujeres / es como lumbre en pajar: / una vez que se ha encendido / ya no se puede apagar.


De tu ventana a la mía / me tirastes un limón. / Lo dulce quedó en el aire / lo amargo en mi corazón.


La mujer que quiere a dos / es discreta y entendida: / si una vela se le apaga / la otra le queda encendida. / La mujer que quiere a dos / los quiere como a hermanitos: / al uno le pone cuernos, / al otro los pitoncitos”. (Los “pitoncitos” son los senos).


En el irme y el quedarme,
estoy por no despedirme:
quiero irme y quiero quedarme,
pero no quedarme ni irme.


Ya no quiero ser borracho,
ya me voy a detener
por ventanas y paredes,
para no dejarme caer.


Todos los que cantan bien cantan de puertas adentro
y yo, como canto mal, canto al sereno y al viento.
Cuando tomo la guitarra y la atravieso en mis brazos,
enseguida me parece que se acaban mis trabajos.


¡Ay soledad, soledad,
soledad de cerro en cerro!
Todos tienen sus amores,
¡y a mí que me muerda un perro!


¿De qué le sirve a tu mamá
echarle tapia al corral
si al cabo nos hemos de ir
por la puerta principal?


Dicen que la pena mata,
pero yo digo que no,
pues si la pena matara
ya me hubiera muerto yo.


Dos flores bellas tenía / un amante cuitlacoche, / y así de las dos decía: / ‘Una es mi huele de noche, / la otra mi apesta de día..


Desde que te vi venir / le dije a mi corazón: / ¡Qué bonita piedrecita / para darme un tropezón!.


Si me muero, de mi barro / hágase, comadre, un jarro. / Si tiene sed, en él beba. / Si a la boca se le pega / son los besos de su charro.


De domingo en domingo
te veo la cara
cuando vas a la misa
por la mañana.


Cielito lindo
yo bien quisiera
que toda la semana
domingo fuera.


De domingo en domingo
te veo la cara.
¡Cuando será domingo
virgen sagrada!


Cerquita el amanecer
sólo a despertarte vengo.
Necesito tu cariño,
necesito ser tu dueño.


Los besos que dan las madres
dicen que son los mejores
eso será para los chicos
pero no para los mayores.


Chinita: por un trabaj
me cobraste cuatro reales.
Chinita, no seas ingrata:
yo puse los materiales.


Diga usted, señor platero,
cuánta plata es menester
para engarzar un besito
que me ha dado una mujer.


Coplas mexicanas para recitarle a un amigo

Un beso te quiero dar,
pero de fijo no sé
ni cómo lo he de empezar
ni cuándo lo acabaré.


Palomita enlutadita, / dime quién se te murió. / Si se te murió tu amante / no llores, que aquí estoy yo.


De domingo en domingo / te veo la cara / cuando vas a la misa / por la mañana. / Cielito lindo: / yo bien quisiera / que toda la semana / domingo fuera.


Un zapatero fue a misa, / y no hallando qué rezar, / andaba por los altares: / ‘¡Zapatos qué remendar!.


Qué tristes quedan los campos / cuando el sol se va poniendo. / Así quedan los amantes / cuando se están despidiendo.


Lázalo, lázalo, lázalo; / lázalo que se te va. / Dame un besito, morena, / de pura casualidá.


Señores, ya no les canto. / Ya me duele la garganta. / Será porque no me han dado / de esa agüita que ataranta.


Tus ojos morena
se parecen a ti,
porque pestañean
como un colibrí.


Todos me dicen que adoro
una flor de mal color;
diga el mundo lo que quiera,
que a mí me parece un sol.


Si quieres que yo te quiera
lo será con condición
que lo tuyo sea mío
y lo mío tuyo no.


Imita el canto de todos
la calandria cantadora.
Llora unas penas ajenas
y sin amor se enamora.


Un borracho se murió
y dijo en su testamento
que lo entierren en la viña
para chupar del sarmiento.


Palomita negra
que vas al vuelo,
llévate mi copla
para tu cielo.


Si por pobre me desprecias,
digo que tienes razón.
Amor pobre y leña verde
arden cuando hay ocasión.


El amor de las mujeres
es como el de las gallinas,
que en faltándoles el gallo
a cualquier pollo se arriman.

El amor de las mujeres
es como lumbre en pajar:
una vez que se ha encendido
ya no se puede apagar.
Si me muero, de mi barro
hágase, comadre, un jarro.


Coplas mexicanas cortas y lindas

Si tiene sed, en él beba.
Si a la boca se le pega
son los besos de su charro.
Arroz con leche,
me quiero casar
con un mexicano
que sepa cantar.


El hijo del rey
me manda un papel,
me manda decir que
me case con él.


Con éste sí,
con éste no,
con este mero
me caso yo.


Dime, paloma blanca,
¿a dónde está tu querer?
Si acaso tuvieras dueño
no me hagas más padecer.


La mujer que quiere a dos
es discreta y entendida:
si una vela se le apaga
la otra le queda encendida.

La mujer que quiere a dos
los quiere como a hermanitos:
al uno le pone cuernos,
al otro los pitoncitos.


Qué tristes quedan los campos
cuando el Sol se va poniendo.
Así quedan los amantes
cuando se están despidiendo


De lo que te dije, mi alma,
sólo tu razón espero,
si me quieres así pobre
aquí estoy de cuerpo entero.


La flor cuando se marchita
pierde el gusto y desmerece,
pierde hojita por hojita
y el viento la desaparece;
solo tu amor, princesita,
se marchita y reverdece.


Las mejores coplas mexicanas

Por un sevillano,
rufo a lo varón,
tengo socarrado
todo el corazón.

Por un morenico
de color verde,
¿cuál es la fogosa
que no se pierde?

Riñen los amantes,
hácese la paz;
si el enojo es grande,
es el gusto más.

Detente, enojado,
no me azotes más:
que, si bien lo miras,
a tus carnes das.


Yo quisiera ser sabanero,
pero no de la sábana:
quisiera ser sabanero
de la orilla de tu cama.


Ni contigo ni sintigo
tienen mis penas remedio:
contigo porque me matas,
sintigo porque me muero.


Señores, ya no les canto.
Ya me duele la garganta.
Será porque no me han dado
de esa agüita que ataranta.