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Cuento Sinbad el Marino

Había una vez en la ciudad de Bagdad, un rico comerciante llamado Simbad. Era conocido popularmente como Simbad «el marino», ya que le encantaba viajar a lo largo y ancho del mar. Éste era miembro de un grupo de mercaderes los cuales navegaban en tierras lejanas en busca de oportunidades. Un día durante una expedición, quedaron atrapados en una terrible tormenta e inesperadamente su barco se rompió. Simbad y dos de los comerciantes fueron salvados por otra tripulación y fueron puestos a salvo.

Después de un tiempo, llegaron a la Tierra de los Gigantes. Uno de los comerciantes tenía miedo y le recomendó al resto de descansar dentro de una cueva que parecía segura. De repente, oyeron un ruido y llegó un gigante negro muy temeroso. Era alto como una palmera y solo tenía un ojo colocado en el centro de la frente. Era tan espantoso que los hombres no podían hacer nada para defenderse. Levantó al comerciante más gordo y se fue.

Simbad y Hakim siguieron al gigante de aquí para allá hasta que pronto se detuvo en un lugar. Se sentó, introdujo al hombre en su boca y se fue a dormir. Los comerciantes, muy asustados por lo que vieron, decidieron explorar el lugar para evitar cualquier otro tipo de amenaza. Era el famoso valle del diamante. «Antes, los comerciantes solían venir aquí a tomar las gemas pero ahora, debido a este gigante, nadie se atreve a acercarse», le dijo Sinbad a Hakim.

De repente, mientras el gigante seguía en su sueño profundo, apareció un hombre vestido con harapos. Al ver a Simbad y Hakim, se asustó e intentó huir, pero el comerciante logró calmarlo y convencerlo de que no le harían daño. Una vez que superó su miedo, les contó que hace cuatro años había llegado a la isla en busca de diamantes y este gigante lo capturó y mantuvo como su prisionero.

Simbad le pidió ayuda para deshacerse de este monstruo y le contó todo lo que sabía sobre las debilidades y las formas de terminar con él. Una de ellas, era mediante la utilización de una espada que se encontraba dentro de la cueva y que había sido confeccionada por una serpiente feroz.

Pronto los mercaderes y el prisionero decidieron llevar a cabo su plan e ingresaron a la cueva. Al llegar al fondo de la misma, encontraron a una gran serpiente tendida alrededor de la espada. Simbad sacó su sable y la mató antes de que incluso la serpiente pudiera levantarse. Tomó la espada espada envenenada y salió lo más rápido posible.

Simbad volvió al lugar donde el gigante estaba durmiendo y descubrió que aun seguía roncando. Silenciosamente se acercó al mismo y lo atacó con la espada envenenada justo en su ojo. Finalmente, luego de algunas retorcidas, el gigante murió.

Hakim y el prisionero se llenaron de felicidad y salieron a buscar el camino de regreso a casa. Una vez que llegaron a la orilla del mar, encontraron una gran cantidad de maderas, perfectas para crear una embarcación y adentrarse nuevamente al océano. Todos trabajaron en conjunto e hicieron una pequeña balsa. Por ultimo, tomaron las gemas del gigante y zarparon de nuevo para sus hogares.

Después de unos días en el mar, vieron pasar un barco. Los marineros gritaron y gritaron por ayuda hasta que finalmente se acercó y los salvó. Una vez en Bagdad, Simbad regresó a su casa y vivió feliz con su esposa para siempre.

Sinbad el Marino (video cuento)

Valores del Cuento Sinbad el Marino

Aprovecha al máximo la situación

Incluso cuando Sindbad naufragó, murió de hambre, fue esclavizado o destinado a ser comido, nunca olvidó aprovechar al máximo lo que estaba disponible. Siempre parecía tropezar con campos de diamantes y bastones de oro durante sus tiempos de peligro y es allí donde pudo descubrir una experiencia de viaje mucho enriquecedora. Al final, es posible que no regrese a casa siendo un millonario, pero seguramente tendrá historias de sobra para contar.

Nunca pierdas la esperanza

Al igual que Sindbad, siempre hay momentos en la vida en que se pierde toda esperanza. Viajar muchas trae problemas debido a que uno está escapando de su zona de confort, pero la voluntad de aferrarse a sus metas y la determinación de no renunciar pase lo que pase, es lo que marca la diferencia entre la riqueza y la muerte. El camino de Sindbad hacia la fortuna fue todo menos fácil, sin embargo, la emoción de la aventura es lo que lo inspiró.

Para los viajeros y los empresarios, los momentos de postal y la riqueza no son las únicas recompensas de la vida. Incluso en vacaciones cuando la lluvia no se detiene, las olas no llegan o los sitios no son exactamente lo que esperabas, no te preocupes, en cambio, inspírate y disfruta de la experiencia de estar allí.

Siempre mantén tu ingenio

Más de una vez Sindbad se enfrentó a la muerte. Ya sea frente a los feroces pájaros Roc (otra versión del cuento) o atrapado vivo en una cripta, no vale la pena perder la cabeza. Casi cada vez que Sindbad parecía estar condenado a la muerte, su pensamiento claro y su ingenio le salvaron la vida y la mayoría de las veces lo enriquecieron.

Cuando viaje, no se olvide de mantener la calma, use su intuición y mantenga la mente abierta. Cuando todos a su alrededor están perdiendo la cabeza, depende de usted mantenerla fría y encontrar la mejor solución a la situación.

Siempre habrá problemas, acostúmbrese

En cada uno de los siete viajes de Sindbad naufragó o fue abandonado. Y eso fue solo el comienzo de sus problemas. Desde malvados monstruos devoradores de hombres hasta morir de hambre en una isla estéril, Sindbad siempre enfrentaba peligros y problemas.

Incluso los mejores planes e intenciones pueden ser difíciles de concretar. Los vuelos retrasados, las reservas canceladas y la intoxicación alimentaria son parte de los viajes. Si bien algunos problemas son más grandes que otros. Ayuda temporalmente quejarse, pero al final uno debe aceptar su destino y hacer lo mejor que pueda.