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El mito de la Luz Mala

Es una leyenda rural de un hecho sobrenatural, que ya ha sido explicado por la ciencia hace mucho tiempo, pero que ciertas personas tienden a resistir, por miedo o para entretenerse pensando en algo. Los extensos paisajes de Argentina brindan a quienes habitan el campo la posibilidad de vivir en paz y armonía, en las «soledades» de lugares donde el tiempo es más lento y la vida es felizmente intrascendente. Quizás es por eso que las tradiciones religiosas, los velorios y las supersticiones hacen que la vida monótona del campesino sea un poco más divertida.

Origen de la Luz Mala

El hombre del campo se inquieta y se preocupa por la Luz Mala, también conocida como «linterna de Mandinga» o «linterna del diablo». Se trata de fuegos fatuos, que consiste en la inflamación de ciertas sustancias que se elevan a partir de sustancias animales o vegetales en putrefacción, que forman pequeñas llamas que se pueden ver moviéndose por el aire (…) especialmente en pantanos o cementerios», según la Real Academia Española.

Pero ningún campesino genuino prestaría atención a las definiciones científicas, cuando uno puede vivir aterrorizado por la luz mala. Y no es por menos, si es un alma en pena de un fallecido abandonado, que emerge al mundo de los vivos clamando por venganza, porque solo las almas que murieron en la mala ley deambulan en la demanda de la justicia.

El campesino ignoró su origen, lo consideró sobrenatural y le dio el nombre de «luz mala«, creyendo que era un gran dolor. Según las creencias, es el espíritu de un difunto que murió injustamente o que afirma haber sido enterrado en el cementerio. Y no es por menos: antes, el difunto solía ser velado en sus casas y enterrado en la Iglesia de la ciudad. ¿Cómo no quedar «enojado» si uno está enterrado en el cementerio deshonroso?

Así como los hombres que han engañado a sus amores fallecidos deben cuidarse de la Viuda Negra, el campesino debe temer a la «linterna de Mandinga» si tiene algo que ver con muertes injustas, o si tuvo una relación con un fallecido que no purgó sus penas. Los personajes cotidianos de la vida rural, como los hombres de edad avanzada que cuentan historias en la cocina, siempre llevan consigo una anécdota en la que tuvieron que ver con la luz mala, algún «trance feo» del que pudieron salvarse.

Escritos sobre la Luz Mala

El escritor Juan B. Ambrosetti explica en su libro «Supersticiones y Leyendas» que el día propicio para ver la luz mala es el 24 de agosto. En este día, que es el de San Bartolomé, el rayo de luz que sale del suelo parece ser más brillante que de costumbre. Los expertos aseguran que ese día la influencia maligna causa estragos y es por eso que brilla, porque ese día es el único en el año en que el mismo Lucifer está libre de los detectives celestiales y sale a hacer un desastre y a infligir el miedo de todos, con impunidad total.

En general, nadie se atreve a excavar de donde sale la luz mala del miedo que esta superstición infunde en las personas. Los pocos valientes que se atrevieron a hacerlo, siempre encontraron objetos de metal o cerámica indígena, a menudo urnas funerarias con restos humanos, lo que aumentó el horror. Y como al excavar bajo la luz se libera un gas a veces mortal, se recomienda hacerlo con una manta gruesa de lana, para que no se respire el olor.

Incluso un poco de ayuda de un texto de Hipólito Marcial ayuda a la tarea de extraer la luz del diablo de la tierra: «La luz blanca que aparece al pie de la colina es buena, donde entras tienes que clavar una daga y al día siguiente ve a cavar … encontrarás oro y plata … De la luz roja huye o reza el Rosario, se dice que es luz malvada, tentación del diablo «.