En el día de hoy les traemos la biografía de la monja mexicana Sor Juana Inés de la Cruz, una aclamada escritora del siglo XVII y defensora de los derechos de las mujeres. Además de la breve reseña de su vida, les dejaremos una gran cantidad de poemas para que puedan disfrutar.
Biografía de Sor Juana Inés de la Cruz para niños
Nacida el 12 de noviembre de 1651 (aunque hay alguna disputa sobre el año) en San Miguel Neplantla, México, Juana Inés de Asbaje y Ramírez era la hija ilegítima de un padre español y una madre criolla. Su abuelo materno poseía propiedades en Amecameca y Juana pasó sus primeros años viviendo con su madre en su finca, Panoaya.
Juana era una lectora voraz en su primera infancia, escondiéndose en la capilla de la hacienda para leer los libros de su abuelo en la biblioteca contigua. Ella compuso su primer poema cuando tenía ocho años. En la adolescencia, había estudiado exhaustivamente la lógica griega y enseñaba latín a niños pequeños a los 13 años. También aprendió náhuatl, un idioma azteca que se habla en el centro de México, y escribió algunos poemas cortos en ese idioma.
A los ocho años, después de la muerte de su abuelo, fue enviada a vivir a la Ciudad de México con su tía materna. Ansiaba disfrazarse de hombre para poder ir a la Universidad, pero su familia no le dio permiso para hacerlo. Continuó estudiando en privado y, a los 16 años, fue presentada a la corte del virrey marqués de Mancera, donde fue admitida al servicio de la esposa del virrey. Cuando tenía 17 años, el virrey reunió a un panel de eruditos para probar su inteligencia. La gran variedad de habilidades y conocimientos que demostró antes de que el panel se hiciera público en todo México.
Su reputación y su aparente belleza atrajeron mucha atención. Interesada no en el matrimonio, sino en la promoción de sus estudios, Juana ingresó al Convento de las Carmelitas Descalzas de San José, donde permaneció durante unos meses. En 1669, a los 21 años, ingresó al Convento de la Orden de San Jerónimo, donde permanecería hasta su muerte.
En el convento, Sor Juana tenía su propio estudio y biblioteca y podía hablar a menudo con académicos de la corte y la universidad. Además de escribir poemas y obras de teatro, sus estudios incluyeron música, filosofía y ciencias naturales. Su pequeña habitación estaba llena de libros, instrumentos científicos y mapas. Aunque realizada, Sor Juana fue objeto de críticas por parte de sus superiores políticos y religiosos. Cuando sus amigos, el virrey Marqués de la Laguna y su esposa María Luisa, Condesa de Paredes (el tema de una serie de poemas de amor de Sor Juana), abandonaron México en 1688, Sor Juana perdió gran parte de la protección a la que estaba acostumbrada. .
En 1690, una persona que usaba el seudónimo «Sor Filotea de la Cruz» publicó una carta suya que criticaba un conocido sermón jesuita sin su permiso. Con su carta se incluía una carta de «Sor Filotea» (en realidad el obispo de Puebla, Manuel Fernández de Santa Cruz) criticando a Juana por sus comentarios y por la falta de contenido religioso serio en sus poemas. La respuesta de Sor Juana, la ahora famosa Respuesta a Sor Filotea, ha sido aclamada como el primer manifiesto feminista, defendiendo, entre otras cosas, el derecho de la mujer a la educación. Su ferviente respuesta fue objeto de nuevas críticas, y el Arzobispo y otros le exigieron que renunciara a cualquier libro o estudio no religioso. Continuó publicando obras no religiosas, entre ellas varios villancicos (una forma poética típicamente cantada como devocional religioso para las fiestas del calendario católico) sobre Santa Catalina de Alejandría, escrita en un tono más feminista que religioso.
La controversia en torno a los escritos de Sor Juana y la presión de quienes la rodeaban, incluido su confesor Núñez de Miranda, resultó en la abjuración forzada de Sor Juana. Durante este tiempo, se requirió que Sor Juana vendiera sus libros, así como todos los instrumentos musicales y científicos. Sor Juana respondió dedicándose a una penitencia rigurosa, abandonando todos los estudios y la escritura.
En 1695, una plaga golpeó el convento. El 17 de abril, después de atender a sus hermanas, Juana murió de la enfermedad alrededor de los cuarenta y cuatro años.
Poemas de Sor Juana Inés de la Cruz
Amor empieza por desasosiego,
solicitud, ardores y desvelos;
crece con riesgos, lances y recelos;
susténtase de llantos y de ruego.
Doctrínanle tibiezas y despego,
conserva el ser entre engañosos velos,
hasta que con agravios o con celos
apaga con sus lágrimas su fuego.
Su principio, su medio y fin es éste:
¿pues por qué, Alcino, sientes el desvío
de Celia, que otro tiempo bien te quiso?
¿Qué razón hay de que dolor te cueste?
Pues no te engañó amor, Alcino mío,
sino que llegó el término preciso.
Mueran contigo, Laura, pues moriste,
los afectos que en vano te desean,
los ojos a quien privas de que vean
hermosa luz que a un tiempo concediste.
Muera mi lira infausta en que influiste
ecos, que lamentables te vocean,
y hasta estos rasgos mal formados sean
lágrimas negras de mi pluma triste.
Muévase a compasión la misma muerte
que, precisa, no pudo perdonarte;
y lamente el amor su amarga suerte,
pues si antes, ambicioso de gozarte,
deseó tener ojos para verte,
ya le sirvieran sólo de llorarte.
En perseguirme, Mundo, ¿qué interesas?
¿En qué te ofendo, cuando sólo intento
poner bellezas en mi entendimiento
y no mi entendimiento en las bellezas?
Yo no estimo tesoros ni riquezas;
y así, siempre me causa más contento
poner riquezas en mi pensamiento
que no mi pensamiento en las riquezas.
Y no estimo hermosura que, vencida,
es despojo civil de las edades,
ni riqueza me agrada fementida,
teniendo por mejor, en mis verdades,
consumir vanidades de la vida
que consumir la vida en vanidades.
Rosa divina, que en gentil cultura
Eres con tu fragante sutileza
Magisterio purpúreo en la belleza,
Enseñanza nevada a la hermosura.
Amago de la humana arquitectura,
Ejemplo de la vana gentileza,
En cuyo ser unió naturaleza
La cuna alegre y triste sepultura.
¡Cuán altiva en tu pompa, presumida
soberbia, el riesgo de morir desdeñas,
y luego desmayada y encogida.
De tu caduco ser das mustias señas!
Con que con docta muerte y necia vida,
Viviendo engañas y muriendo enseñas.
Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,
como en tu rostro y tus acciones vía
que con palabras no te persuadía,
que el corazón me vieses deseaba;
y Amor, que mis intentos ayudaba,
venció lo que imposible parecía:
pues entre el llanto, que el dolor vertía,
el corazón deshecho destilaba.
Baste ya de rigores, mi bien, baste;
no te atormente más celos tiranos,
ni el vil recelo tu quietud contraste
con sombras necias, con indicios vanos,
pues ya en líquido humor viste y tocaste
mi corazón deshecho entre tus manos.
Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,
como en tu rostro y en tus acciones vía
que con palabras no te persuadía,
que el corazón me vieses deseaba;
y Amor, que mis intentos ayudaba,
venció lo que imposible parecía,
pues entre el llanto que el dolor vertía,
el corazón deshecho destilaba.
Baste ya de rigores, mi bien, baste,
no te atormenten más celos tiranos,
ni el vil recelo tu quietud contraste
con sombras necias, con indicios vanos:
pues ya en líquido humor viste y tocaste
mi corazón deshecho entre tus manos.